Rol estatal en el deporte y bajos resultados. Por Bernardo Berger Fett, diputado de la República

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Al deficitario avance de este año se agrega una total nebulosa sobre inversiones, infraestructura pendiente, contratos y honorarios, entre otras cosas

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El fomento del deporte desde el Estado no puede ser porque sí, por mera inercia. Debe obedecer a objetivos que sumen al concepto de desarrollo integral también desde este campo.

Se espera desde el fomento del área poder traspasar al conjunto social los valores tras la práctica deportiva: disciplina, trabajo en equipo, sacrificio, superación; y también los beneficios de una vida sana asociada a la actividad física.

Ahí cobra relevancia el rol que debe jugar el Estado para incentivar la profesionalización del deporte, apoyar la excelencia, la formación de nuevos talentos, la apertura de nuevos espacios e infraestructura, el acompañamiento amateur y familiar. No le corresponde sustituir a quienes tienen la expertiz, la responsabilidad y las herramientas técnicas -las federaciones deportivas-, sino complementar y apoyar para el logro de objetivos macrosociales.

Digo esto porque me preocupa si hay claridad de objetivos en nuestra autoridad del deporte, de quien echo de menos una real y más fructífera vinculación de apoyo y complementariedad, por ejemplo, con el mundo federado para dar fluidez lógica al deporte formativo hacia el mundo profesional y de alta competición.

Pero más me preocupa en lo inmediato, si es que el ministerio del Deporte (MINDEP) y su organismo operativo, el Instituto Nacional (IND), están realmente cumpliendo su razón de ser, cuando vemos que se ha vuelto una mala constante la bajísima ejecución presupuestaria. El 2015 apenas bordeó el 41% de tareas cumplidas, el 2016 repitió la historia, y desde el IND se evidenció además que una serie de compromisos de gestión, entre ellos la apertura de 30 Centros Deportivos Integrales (CDI), no se lograrían ni de cerca.

Por eso desconcierta el encuentro que tuvimos en el Congreso con el director del IND esta semana, de quien esperábamos que las lecciones del pasado se hubieran aprendido. Pero para sorpresa nuestra, nos volvimos a “desayunar” con bajas cifras y con la casi total ausencia de precisiones y certezas en su informe de gestión. Es decir, al deficitario avance de este año se agrega una total nebulosa sobre inversiones, infraestructura pendiente, contratos y honorarios, entre otras cosas.

Escenario gravísimo y contradictorio el actual viniendo desde el propio órgano rector del deporte, que requiere una revisión profunda, más aún cuando demuestra baja capacidad en lo que nos compete que es la eficiencia del gasto público en pos de resultados.

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