Innovación y contexto

Chile procura potenciar las actividades ligadas a la I + D + i con el objetivo de fortalecer el liderazgo emprendedor y potenciar su gestión empresarial transfiriendo competencias para la formulación de políticas, estrategias y procedimientos garantes del comportamiento ético de la organización y de sus procesos o productos, que se diferencian positivamente de los de su competencia, generando avances sociales en forma de calidad de vida y mejoramiento del medio ambiente.

Las políticas actuales muestran un mayor apoyo a la innovación llevando a cabo reformas que facilitan y aceleran la apertura de nuevas empresas y el acceso al financiamiento, por cuanto el principal requisito de la OCDE es liberalizar progresivamente los movimientos de capitales y de servicios y coordinar políticas económicas y sociales de los estados que la componen.

Los niveles de bienestar subjetivo y expectativas de vida se encuentran cercanos al promedio de la OCDE. Sin embargo, en un gran número de aspectos de bienestar, Chile obtiene una puntuación relativamente baja. La inequidad en los ingresos, que impide la cohesión social, es la más elevada de la OCDE —el 20 % superior de la población gana 13 veces más que el 20 % inferior— agravado por importantes diferencias interregionales.

La calidad del aire se sitúa en niveles bajos y el problema de viviendas inadecuadas y el acceso limitado a una educación de calidad siguen vigentes, aun cuando Chile, según el Índice Mundial de Innovaciones 2013, se encuentra ubicado entre los primeros 50 países del mundo y en los primeros puestos de la región.

Lo anteriormente señalado constituye el amplio contexto en que se sitúa el proceso de innovación. No obstante, es interesante la referencia a otro contexto. El modelo contextual de Edward T. Hall, antropólogo relevante en psicología social de la comunicación, que se refiere a factores del contexto cultural y comunicativo, explica cómo afecta el contexto la comunicación entre culturas.

Edward Hall, en relación con el contexto, define dos tipos de culturas: Culturas de Contexto Alto (CCA) y Culturas de Contexto Bajo (CCB), estableciendo una diferencia “entre aquellas culturas en que la mayor parte de la información está en el contexto físico o interiorizado de la persona y aquellas culturas en las que la información está explícita en el mensaje”.

Entender el concepto de culturas de contexto alto o bajo es una primera aproximación para enfocar nuestras negociaciones y comunicaciones internacionales.

Si deseamos parecernos o llegar al grado de desarrollo de los países anglosajones sería deseable cambiar el paradigma que rige a sociedades como las de Hispanoamérica, Asia, África y países árabes, en que la posición social o estatus resultan determinantes y las negociaciones son mucho más lentas por cuanto las palabras, principios, valores o competencias pierden importancia en aras del contexto. Muchas veces se otorgan cargos relevantes a personas poco idóneas solo por pertenecer a determinados estratos o círculos, lo cual redunda en fracasos o en gestiones equivocadas a nivel político o empresarial.

Por el contrario, la principal característica de las Culturas de Contexto Bajo  (low context) reside en que basan la comunicación en el lenguaje verbal, en desmedro de los aspectos no verbales, dando gran importancia a la lógica y el razonamiento. Así, se establece una separación entre el tema y la persona. Asimismo, se utiliza el estilo de comunicación directo, eludiendo ambigüedades.

Las negociaciones se gestionan de manera lineal lógica. Así, en las culturas de low context (CCB) pocas normas se toman como sabidas. Siendo una cultura que precisa de más explicaciones, genera menos posibilidad de malentendidos. En este tipo de culturas, las palabras transmiten la mayor parte de la información. Y las palabras deben ser verdaderas, obviamente.

Por Magdalena Mattar A.
Editora de contenidos periodísticos Sur Actual
E-mail: magdalenamattar@gmail.com

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