La psicología en chile: reflexiones y proyecciones disciplinares en el siglo XXI

E. SandovalHoy, 9 de noviembre, se conmemora en Chile el Día Nacional del Psicólogo/a. Pero ¿qué reconocimiento y/o difusión de este día existe en la población? ¿Qué rol ocupa nuestra disciplina en la sociedad actual? ¿Cuáles son los espacios de reflexión y análisis que los psicólogos/as generamos para mejorar nuestro quehacer profesional?

Pareciera ser que la psicología es una disciplina que ha estado más cercana al ámbito clínico – terapéutico (quizás, por sus orígenes, ligados al estudio del comportamiento humano, donde Wundt inició en Leipzig – Alemania, el análisis de las variables, que para ese tiempo, explicarían el comportamiento humano), caracterizándose por emerger como una disciplina orientada por una lógica deductiva, biologicista y objetivadora de la realidad, complementándose con otras esferas de la salud, como la biología, medicina, psiquiatría, enfermería, entre otras.

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El desafío que tenemos por delante es el de seguir aportando al desarrollo integral del ser humano, de las organizaciones y de nuestra sociedad, generando mayores instancias de reflexión y análisis respecto a nuestras intervenciones,

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En cuanto a la fundamentación histórica del origen de esta conmemoración, lo cierto es que no existe claridad respecto al motivo exacto del porqué se constituyó este día (Salas, 2011) o desde cuándo comenzó esta celebración (realidad diametralmente opuesta con lo que ocurre en otros países como Brasil, Argentina, España, etc.). Sin embargo, resulta llamativo indicar que el 9 de diciembre de 1968, el Presidente Frei Montalva, promulgó la ley 17.033 con la que se creaba el Colegio de Psicólogos de Chile (publicándose en el diario oficial).

El confuso y enigmático inicio de la celebración oficial de la Psicología en Chile es una nebulosa que se transmite en la población, puesto que muchos desconocen e incluso trivializan el significado de esta fecha, vinculándonos con otras profesiones o simplemente, visualizando nuestra disciplina como un mero complemento de otras áreas del conocimiento (aspecto que se observa notoriamente, en el campo de la salud por ejemplo).

Sin embargo, y a modo de autocrítica, considero que la falta de reconocimiento y validación de nuestra disciplina en la actualidad es absoluta responsabilidad de quienes la ejercemos, puesto que no hemos sabido cultivar los espacios colaborativos de reflexión y análisis crítico acerca de nuestro quehacer profesional, fragmentando muchas veces nuestro objeto de estudio o más aún, evidenciando una baja capacidad de sistematización y difusión de las experiencias exitosas que nuestra área de conocimiento nos entrega, cediendo espacios y funciones sin la más mínima reflexión. Por otra parte, el rol que ocupa nuestra disciplina es tremendamente amplio, diverso y complejo superando con creces el ámbito clínico – psicoterapéutico, ya que los psicolog@s han sabido abrir e insertarse en diferentes contextos y realidades, ampliando el marco de análisis y aplicación de nuestra profesión, tales como: la psicología jurídica y forense, la psicología de la educación, psicología ambiental, psicología social y comunitaria (en múltiples ejes: protección, justicia juvenil, reparación, etc.), psicología del deporte, psicología organizacional y económica, etc., posicionándonos como un área de conocimiento que debe responder a las complejidades del comportamiento humano en el siglo XXI.

El desafío que tenemos por delante es el de seguir aportando al desarrollo integral del ser humano, de las organizaciones y de nuestra sociedad, generando mayores instancias de reflexión y análisis respecto a nuestras intervenciones; aprovechando el valioso capital humano que existe en Chile, estableciendo alianzas colaborativas entre las Universidades y otras entidades (ONGs por ejemplo) que articulen saberes y modelos de intervención efectivos, que nos permitan responder a las necesidades de nuestra población, permitiendo que el conocimiento generado en torno al comportamiento humano (supere con creces, lo ya aportado por el paradigma positivista), para aprender a manejar la incertidumbre y la complejidad, posibilitando la construcción de relaciones más igualitarias, respetuosas y democráticas.

Correspondencia a: eduardo.sandoval@correo.udc.es

Eduardo Sandoval Obando

Psicólogo Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativas – Doctorando en Ciencias Humanas, UACH – Investigador Visitante Facultad Ciencias de la Educación Universidad de La Coruña

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