Diputado Bernardo Berger: La crisis salmonera, El Niño y rol del Estado

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Es urgente, primero, generar consensos con la autoridad pesquera para flexibilizar aquellas obligaciones que implican  cargos económicos, gravámenes, tributaciones y otros, a la industria y a la actividad salmonera, mientras la producción vuelve a sus niveles históricos.

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La corriente de El Niño que elevó las temperaturas del agua, sumado a un verano excepcionalmente seco y caluroso, con radiaciones altísimas en el sur de Chile, confabulan para situaciones atípicas como la presencia de medusas en el río de Valdivia o, para el caso a desarrollar, cerca de 30 mil toneladas de salmones de cultivo perdidos, con un grave daño a la industria, en Chiloé y el sur de la Décima Región.

¿Se podía prever esta catástrofe? La experiencia dice que no. Todos los especialistas con quienes he conversado coinciden en que la sobrefloración de la microalga culpable, la “Chatonella”, es tan rápida, tan intempestiva, que no da tiempo a su control.

En algunos países más industrializados que Chile, las algas se controlan mediante ventiladores gigantes para apartarlas de los cultivos. Pero seamos realistas: nuestra industria, en especial los emprendimientos más pequeños, no tiene la fuerza para este tipo de inversiones ante eventos atípicos de la naturaleza.

¿Qué nos cabe hacer como Estado entonces, ante un fenómeno así de la naturaleza? No mucho. Pero en ese margen es que cabe mi llamado al Ejecutivo:

Se requiere el voto político para exigir al Gobierno, con suma urgencia, articular cuanto antes un plan de contingencia, intersectorial, para abordar los impactos económicos y laborales que nos puede dejar esta batahola, si es que no somos capaces de activar a tiempo medidas de protección en la zona más afectada.

Porque lo peor que puede pasar es que tras la catástrofe venga la inmovilidad. Bien recordamos la gente del sur el desastre que hace unos años dejó el virus ISA en los cultivos, las miles de personas que quedaron cesantes a vista y paciencia de las autoridades, las millonarias pérdidas y el retroceso de nuestra economía a los ojos del mundo.

Es urgente, primero, generar consensos con la autoridad pesquera para flexibilizar aquellas obligaciones que implican  cargos económicos, gravámenes, tributaciones y otros, a la industria y a la actividad salmonera, mientras la producción vuelve a sus niveles históricos.

Segundo, debe iniciarse cuanto antes un catastro del empleo que se está afectando, para evitar a toda costa el cierre de plantas y el consecuente despido de trabajadores.

Tercero, debe activarse de forma preferente y urgente la red de protección social del Estado a las familias que ya pudieren estarse viendo afectadas por la caída de la producción, así como también los instrumentos de apoyo a la empresa y la intercesión ante la banca para conseguir flexibilidad, porque es seguro que muchos de los compromisos económicos contraídos no podrán cumplirse a raíz de esta externalidad negativa no considerada.

Y cuarto, hay que pensar desde ya en la necesidad de incrementar el apoyo en transferencia tecnológica, en especial a las producciones más incipientes, porque recordemos que este es un evento estacional, pero que sin duda alguna, más tarde o más temprano se va a volver a repetir.

BERNARDO BERGER FETT

Diputado de la República

Miembro comisión de Pesca, Acuicultura e Intereses Marítimos

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