Menos consultorías y más obras en ejecución. Por diputado Bernardo Berger

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Los estudios son necesarios, cierto. Pero algo distinto es gastar por gastar y usar las consultorías para justificar la inacción.

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Destrabar. Ahí el acento de la conversación que hace días sostuve con el nuevo intendente, confiando siempre en la premisa de que el cambio trae oportunidad de acelerar soluciones.

Es que pasa el tiempo y una serie de proyectos, en vez de evolucionar al plano de obras, siguen estancados en el papel. Preocupa este afán de dilatarlo todo, con estudios sobre estudios que chutean lo verdaderamente importante que es concretar cosas, que en el caso privado lesiona gravemente la oportunidad de inyectar dinamismo a las economías y generar empleo, y en lo público, una acumulación de gasto en consultorías que quedan en carpetas de alguna repartición a la espera de una nueva consultoría que las revalide.

Desgraciadamente en nuestra región las señales son alarmantes. Basta ver lo sucedido con el puente Los Pelúes. 400 millones invertidos en 2014 en un estudio contratado a Apia XXI para el proyecto que en 2016 fue desechado por caro. Se dijo que volver a hacerlo no costaría un peso más a Chile pues lo haría personal del MOP con los insumos que ya existían. Pero alguien nos mintió o se equivocó porque entre noviembre 2016 y hoy se han contratado tres consultorías para más estudios, un cuarto en adjudicación, que totalizan un gasto acumulado aprox de 300 millones de pesos extras. O sea, Los Pelúes lleva 700 millones -el doble de lo presupuestado en estudios- y aún no se mueve ni una sola roca en tres años.

La guinda de la torta sin duda es el Cau-Cau. De 14 mil millones de ejecución y otros 600 anteriores para diseño de ingeniería de detalle, ya vamos en 30 mil millones, y buena parte de la diferencia está bajo la lupa tanto por el real destino del gasto, como por la abultada cartera de consultorías entre 2014 y 2017 para enmendar un diseño que partió mal como ha venido comprobándose. Si totalizamos, la cifra es grotescamente abultada, más si no se ha avanzado un centímetro en reparación. Y hace unos días a tres estudios se sumó un cuarto para rediseño por 2.700 millones extras, pero sin compromiso alguno de faena. Se cumple con esto el vaticinio de que la terminación pasó ya para otro gobierno.

Los estudios son necesarios, cierto. Pero algo distinto es gastar por gastar y usar las consultorías para justificar la inacción. Mientras, esperamos conocer con ansias el análisis comprometido por el MOP hace un año para explicar la altísima concentración de contratos en unas pocas consultorías de inspección y diseño asociadas a posteriores desastres como el puente de Pitrufquén, Los Pelúes, el colapso de la costanera norte de Santiago y nuestro tristemente célebre Cau-Cau.

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