El camino del PDC y la construcción de las confianzas. Por Cristian Cuadra Aguilar, presidente PDC Los Ríos

El sábado recién pasado, la Junta Nacional del Partido Demócrata Cristiano, resolvió perseverar en la opción de llegar con una candidatura presidencial hasta primera vuelta, imponiéndose con una mayoría cercana al 63 % de la votación, por sobre aquella otra  alternativa que implicaba resolver una candidatura única en primarias con los demás partidos del bloque Nueva Mayoría.

Pero dicha instancia,  no sólo se pronunció sobre el mecanismo de resolución de la candidatura presidencial del partido, sino que además,  por unanimidad reafirmó la vocación de centro-izquierda del Partido Demócrata Cristiano y,  en el mismo sentido, mandató a la misma directiva nacional, realice las gestiones necesarias para buscar un necesario entendimiento y acuerdo parlamentario junto a los demás partidos del oficialismo.

La necesidad de redefinir y relevar una identidad propia en lo ideológico y el evitar la fuga del voto centro, entendido como aquel electorado que opta por llevar adelante cambios en forma gradual y responsable, en lo coyuntural, asoman como los principales argumentos que inclinaron la balanza en favor de la primera vuelta presidencial.

Sin embargo, no se debe negar, que en la base partidaria de la Democracia Cristiana existe también un acrecentamiento del sentimiento de maltrato de parte de nuestros compañeros de camino durante estos últimos años.  Justificado o no, quizás sea este un ingrediente más a considerar en la decisión tomada el sábado pasado y, a la vez,  el principal desafío hacia el futuro, no sólo de la DC sino del pacto de centro izquierda en su conjunto, el reconstruir las confianzas. Como reza el dicho popular “para bailar tango se necesitan dos”,  y si queremos seguir dándole progreso y gobernabilidad a Chile, debemos trabajar sobre la base del entendimiento y la persuasión, y no de la amenaza como conglomerado político.

La decisión adoptada por el PDC no debe llevar a confusiones. Su historia en Chile, como sus convicciones ideológicas y doctrinarias, lo lleva ineludiblemente, a ser parte de una coalición de centro izquierda. Por tanto, nuestra primera tarea es  reconstruir ese pacto y afecto común, en el marco de un acuerdo programático y político básico, que renueve la vocación de transformación y cambio de todos quienes se dicen progresistas, reforzando nuestra identidad particular, en el contexto de una coalición diversa, la que debe procurar una mayoría social y política para gobernar Chile.

En el mismo sentido, más que una condición de negociación, el pacto parlamentario debe ser una consecuencia de las convergencias programáticas de fondo, como la expresión electoral de fines e instrumentos compartidos, que no deben quedar supeditados al simple propósito de obtener o preservar las actuales cuotas de poder. En política es fundamental trabajar por ganar, pero tanto o más importante es saber para qué.  Sólo de esa manera se podrá asegurar el futuro de nuestra fuerza política.

Finalmente, es importante concluir, que la Nueva Mayoría, como acuerdo político y programático para dar sustento al gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, no ha concluido. La Democracia Cristiana fiel al camino señalado y responsable con los acuerdos adoptados, seguirá trabajando hasta el último día por el éxito del mismo,  tanto en los espacios  de administración como en el parlamento. Sólo así y con respeto,  seremos capaces como coalición de centro izquierda de proyectar los avances alcanzados, y de seguir trabajando por los desafíos que el nuevo Chile demanda.

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