El odioso impuesto a la renta que castiga a los jubilados de Chile. Por Diputado Bernardo Berger Fett

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El Servicio de Impuestos Internos considera a trabajadores y pensionados en una misma categoría, clasificando a los últimos como trabajadores inactivos con beneficio de pensión de vejez.

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Con el objetivo de eliminar el impuesto a la renta con que se sigue castigando las jubilaciones de los adultos mayores, hace unos días ingresé un proyecto ante el Congreso Nacional. Y es que aplicar dicho cargo impositivo sobre el monto de la jubilación constituye en sí un doble tributo que durante la vida activa el jubilado ya pagó con su ahorro y sus ingresos.

Teniendo en cuenta la actual discusión de los jubilados en Chile, ese sólo criterio debería haber bastado para derogar la imposición sobre las jubilaciones: por ser arbitraria y afectar los derechos adquiridos por los jubilados.

A más abundamiento: el Servicio de Impuestos Internos considera a trabajadores y pensionados en una misma categoría, clasificando a los últimos como trabajadores inactivos con beneficio de pensión de vejez. Con ello desconoce que la jubilación está consagrada en la Constitución Política como un derecho de seguridad social inalienable a ser garantizado por el Estado.

Ese sólo hecho, el de considerar las jubilaciones como ingresos provenientes del trabajo, trae como consecuencia que la Ley de Impuestos sobre la Renta, contenida en el Decreto Ley 824, las grava con el Impuesto de segunda categoría (cargo mensual) y con el global complementario (cargo anual). Así, todas las pensiones superiores a 535 mil 261 pesos mensuales, al igual que las pensiones anuales sobre 6 millones 423 mil 138 pesos, quedan afectas al descuento del 10 por ciento del impuesto a la renta por cualquiera de las dos vías.

De ahí que el proyecto en cuestión propone la eliminación gradual de este 10% impositivo, incluyendo a las pensiones en la lista taxativa de ingresos no constitutivos de renta del artículo 17 de la misma ley. Y hablamos de eliminación gradual –no más allá de cinco años- porque también comprendemos el impacto que pudiera tener sobre el erario fiscal la supresión de este tributo de una sola vez, y es necesario así como están las cosas en Chile, cuidar los equilibrios fiscales.

Al final de cuentas es un contrasentido que mientras estamos luchando por mejorar las pensiones como camino hacia una vejez más digna, mantengamos este tipo de cargas tributarias que son engañosas, se basan en un razonamiento equívoco y que al final del día hacen que las ya escuetas pensiones de nuestros adultos mayores que gracias al esfuerzo han podido acumular un poco más de ahorro, terminen igualmente castigadas… Es vestir un santo desvistiendo el mismo.

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