Fertilidad y fortalecer la vida. Por Bernardo Berger Fett, Diputado de la República

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El  rol y la participación de la mujer en lo social, profesional y laboral es claramente mucho más activo que ayer, lo que ha postergado la edad en que se inicia la búsqueda de la maternidad

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Mientras algunos están empecinados en poner fin a la vida, otros hemos preferido poner el acento en cómo fortalecerla. Y aunque no es el tema, lo preciso porque todo el debate antes, durante y después de la ley de aborto, ha invisibilizado otras iniciativas que fijan la mirada en problemáticas que viven hoy miles de familias que anhelan ser padres.

No quiero evadir la discusión del aborto. Personalmente me opuse a su aprobación, no por convicciones religiosas, morales o ideológicas, sino fundamentalmente por los profundos y numerosos vacíos y debilidades técnicas, jurídicas y clínicas que dejan abierta la puerta a cualquier cosa relativizando pilares básicos como el derecho a la vida y la protección del indefenso(a).

Dejando aquello zanjado, a lo principal: El  rol y la participación de la mujer en lo social, profesional y laboral es claramente mucho más activo que ayer, lo que ha postergado la edad en que se inicia la búsqueda de la maternidad. Y si antes la edad promedio para ser madre estaba en la veintena, hoy se ha desplazado por sobre los 30 años, avanzando a los 40 incluso para primerizas. 

La infertilidad  como problemática de salud pública afecta al 15% de las mujeres en edad de dar vida, y debe verse de la mano del desplazamiento de la edad de ser madre. Y si bien hay tratamientos variados, lo cierto es que son caros y Fonasa sólo los cubre entre los 25 y los 37 años.

Ello resulta desajustado e insuficiente a la luz del retardo de la maternidad, pues a los 25 años un gran número de mujeres se encuentran recién terminando estudios superiores o iniciando un camino laboral, y la opción de tener un hijo queda para después. El otro extremo, los 37 años en la práctica resulta arbitrario y no responde a la realidad.

El tema es que si una mujer de 37 años y más quiere ser madre y requiere asistencia clínica, la única forma es hacerlo de forma privada. Quizá para quienes pueden costearlo no sea problema, pero no es el caso de la mayoría de las chilenas. Por eso propuse un proyecto que se discutirá en las próximas semanas, para extender la edad de cobertura mediante Fonasa.

Al final, es bueno preguntarse si el Estado de Chile está dispuesto a asumir los costos de un aborto que pone fin a la vida, ¿no resulta aún más lógico y coherente, hacerlo con más fervor para ayudar a dar vida a un nuevo ser? Lo dejo para su reflexión.

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