Los pescadores artesanales del puerto más antiguo de Chile

A 15 kilómetros de Valdivia se encuentra el puerto de Corral, el más antiguo de Chile, pues su fundación data del año 1400. Para llegar a este lugar se puede hacer un viaje por tierra o ―de forma más rápida― por mar, el que también entrega la mayor fuente de trabajo en este aislado, pero mágico lugar ahora conquistado por el incipiente turismo. 

Aquí el 70% de la población se dedica a la actividad pesquera. Y no resulta una tarea demasiado sencilla, ya que además de luchar contra el descenso de los productos marinos, el trabajo se ve amenazado por el frío o el viento de un clima abundante en precipitaciones como es característico en Valdivia. Por eso cuando hay temporales o mal clima no se trabaja.

Miguel Bahamondes Cárcamo, presidente del Sindicato de Pescadores de Corral,  que fue fundado el 5 de diciembre de 1986, cuenta que el primer directorio estuvo a cargo de Víctor Flores, su secretario fue David Contreras y él el  tesorero. 

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Éramos alrededor de 150 personas en el sindicato y nos constituimos porque teníamos todos los equipos de pesca en los botes y llegaban “los lindos” y los robaban, entonces teníamos que comprar todo nuevamente. Buscamos alternativas con las autoridades de  aquella época donde la región pertenecía a Puerto Montt. En el inicio esto costo 220 millones de pesos con lo que logramos tener un terminal al lado del mar, cuenta Bahamondes. 

En esta antigua comuna de la Región de Los Ríos las poblaciones de peces antiguamente eran abundantes, por lo menos trabajaban 300 personas en la bahía y alrededor de cien a ciento cincuenta botes eran trabajados por tres personas o a veces mucho más. Sin embargo, aún se puede sobrevivir. 

Hoy hay 47 hombres  en el sindicato y una sola mujer pescadora. El resto de la industria en Corral utiliza tecnología mayoritariamente.  La Portuaria Corral, por ejemplo, tiene a tres personas por turno para los más de cuarenta mil toneladas de chip que exportan. La tradición, a pesar de las dificultades, persiste en los años. 

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―Obtuvimos capacitaciones material técnica a través de nuestros padres.  Ellos comenzaron desde los 10 años en la pesca y el buceo de escafandra. Nosotros íbamos a trabajar el congrio, róbalo, que sé yo,  y también al colegio. Hoy hay que entregarle mayores opciones a la juventud para que puedan seguir en esto, reconoce Bahamondes. [hr style=”single”]

A pesar del recambio generacional, la pesca tradicional mantiene cierto relevo de los mayores. El 50% de los hijos de los pescadores siguen en el rubro. No hay mayor opción para estos jóvenes, aunque la profesión cae en picado. 

Actualmente en la bahía hay unos cincuenta botes eslora de ocho metros de largo y unos ochenta de seis metros de largo. Todos son de madera ya que la fibra recién está llegando. “Sería bueno poder recambiarlos porque la madera está escaseando y se deteriora de manera  rápida”, afirma el presidente del sindicato.

Diariamente salen 10 a 15 botes y capturan alrededor de 3000 kilos de navajuela, 1000 cuando la pesca es poca. Aparte de la navajuela también capturan huepo. “Lo que sacamos es muy poco, somos tres personas en comparación con las treinta personas que trabajan en un buque industrial. La idea no es pelear con los industriales o semi industriales, sino que aumentar la población para que todos tengamos un pedacito. Sin embargo, los industriales arrasan con el producto, sobre todo, la sierra y el jurel y nosotros no pillamos nada”, cuenta el pescador. 

La jornada depende de cómo “esté el hombre”, porque todos los días bucean desde las nueve hasta las tres y media de la tarde. En la pesca,  por su parte,  se sale a las cuatro o cinco de la mañana para obtener sierra o corvina. Cuando se pilla poco vuelven a las seis de la tarde. Todo depende, de repente pica o de repente no pica y hay que esperar. También depende también la distancia a la  que esté el producto. 

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El oficio es impredecible. Según la Ley de Pesca, los pescadores artesanales del puerto más antiguo de Chile tienen cinco millas marinas para trabajar. Con marea creciente o mar mayor es difícil trabajar pues se oscurece el mar y no deja estabilizarse. Con marea vaciante se da mayor claridad y limpia el navajuelo y huepo.

Su arte de pesca ― el conjunto de técnicas y métodos que se utilizan para capturar las especies pesqueras ― es el buceo y la pesca con líneas y anzuelos. 

¿Consideran que el sistema con el que trabajan es sostenible? 

―Estamos preocupados por eso, porque en época de invierno se pone mala la cosa. No hay producto. Antes aquí llegaba el róbalo en época de invierno. Pero tenemos un tema con la contaminación química sobre todo de las forestales. El líquido que emiten para que el árbol crezca sano con la erosión de las lluvias mata a los róbalos que desovan en los ríos. Por eso hay esta escasez de recursos, lamenta Miguel. 

― San José de Mariquina nos mató la bahía, concuerda Leonardo Barría, administrador de la bahía de Corral. Cuando buceaba había abundancia de choritos,  pero de un año para otro solo había mortandad, sólo cáscaras, no encontrabas nada producto de las forestales que lanzaban químico al agua.

En la época primaveral hay repoblamiento biológico; el loco por ejemplo, se camufla en el fondo marino, pero la red de arrastre ―que es otro tipo de captura y que utilizan las pescadores industriales―  no deja salir ningún pescado aunque sea pequeñito. “Nosotros pescamos el regular, el que se puede vender”, dice Miguel. 

Los industriales, quienes exportan (procesan y  congelan),  bajan la calidad del producto y de paso los precios. Pero éste fundamentalmente lo regula la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). 

―Nosotros vendemos nuestros productos, mucho de él semi procesado,  en Corral,  Valdivia, Puerto Montt y Talcahuano,  reconoce Leonardo y agrega que está barato el kilo de navajuela: cerca de los dos mil pesos. Cuando los países aumenten el precio, todo aumentará, dice. 

Ahora el precio está bajo y se han depredado muchos productos como el loco, caracol, lapa y el mañihue. 

―La gente acá vive de la pesca, por lo tanto, es urgente comenzar a repoblar para poder vivir en el futuro. Si se termina la pesca, ¿cuánta cesantía habría en el país? La red de arrastre hace un gran daño. El art. 15 de Ley de Pesca dice que no puede ni debe dañar el fondo marino, sin embargo, quienes dictaminan las leyes son los mismos poseedores de las inversiones. Ellos mismos la hacen y después no la cumplen, estima el presidente del sindicato. 

Asimismo, agrega que hoy piden recursos para el repoblamiento de los productos. “Hay que pensar que mañana viene gente nuestra y tenemos que dejarle algo. Por último que nos dejen la semilla para nosotros poder sembrar”.  

La pesca artesanal haciendo uso de las llamadas artes menores, técnicas pasivas con muy bajo o nulo porcentaje de descartes (pescados que se devuelven al mar por su pequeño tamaño o ser especies cuya captura esté prohibida), en realidad,  tiene un impacto muy leve sobre el ecosistem

 

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Hace algunos años obtuvieron una cámara de mantención y motores fuera de borda gracias a subvenciones del Estado. “Hace dos años tenemos un túnel de congelado cuyo costo es de $52 millones de pesos gracias al Fondo de Fomento para la Pesca Artesanal (FFPA),  falta aumentar la potencia y para eso ahora buscando alternativas y pidiendo un crédito a FIPASUR”, añade Bahamondes. 

―Como no teníamos plata, conversamos con toda la gente, entre ellos los buzos, quienes dijeron: ‘Ustedes cabros sacan la materia prima, hacemos una piscina para el desmoronamiento, una sala de cocción y las mujeres trabajan el desbalde’ y así se empezó a crear esto, pero faltaba una cámara de mantención, ya que se nos echaron a perder muchos productos y no pudimos seguir trabajando, aclara. 

Gracias al apoyo, hoy Leonardo Barría puede administrar la planta de proceso que se  encontraba abandonada y se preocupa del producto que se encuentra en las cámaras. Por ello, dicen que es necesario que el comprador valore su género. Saben que su lucha al final del día tiene su precio. 

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La publicación de este reportaje es parte del proyecto “Desarrollo económico en Los Ríos”, financiado con recursos del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile.

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