El poder de las 3 R: reducir, reutilizar y reciclar

Cada chileno produce 1.1 kilos de basura domiciliaria diaria. Sin embargo, el 80% no recicla su basura de manera habitual. ¿La razones? Falta de costumbre y carencia de centros de reciclaje. Un problema enorme si se considera los tiempos que demoran distintos productos en degradarse: un simple chicle 5 años, una lata de bebida 10 años, un pañal desechable 500 años y una pila hasta mil años. “Por eso es que Greenpeace promociona y alienta una conducta que resulta especialmente efectiva y que es conocida como la regla 3R: reducir, reutilizar y reciclar”, explica Matías Asun, director nacional de Greenpeace en Chile.

Una bebida en su botella de plástico apenas durará un rato, quizás unos segundos un día caluroso en manos de una persona sedienta. Desechada y no reciclada, sin embargo, ese inservible envase vacío sobrevivirá decenas de años en el medioambiente. Y de manera poco amigable, generalmente terminará como basura que se encargará de deambular durante años, especialmente en ecosistemas acuáticos.

Para ejemplificar, si es que Cervantes hubiese celebrado alguno de sus cumpleaños infantiles bebiendo alguna bebida en botella de plástico, solo por estos días se estaría descomponiendo el envase.

Más actual, esa colilla de cigarro que algún fumador lanzó de manera descuidada hace cinco años, recién ahora se está descomponiendo.

Por eso, ante la grave amenaza de la invasión de desechos en distintos ecosistemas del planeta es que se estableció el 17 de mayo como Día Mundial del Reciclaje, el cual tiene como objetivo generar conciencia planetaria respecto de que una de las acciones más efectivas para sacar al medioambiente del planeta de la sala de la UTI en que se encuentra hoy es el reciclaje y la toma de conciencia en formas de consumo amistosas con el entorno.

En este sentido, una de las claves que Greenpeace promociona es una conducta que resulta especialmente efectiva y que es conocida como la “Regla de las 3R”: reducir, reutilizar y reciclar.

Reducir es el primer paso de esta forma amistosa de tratar al planeta. Reducir significa explotar el planeta lo menos posible. En este punto resulta clave la presión al medioambiente que impone la sociedad de consumo y el estilo del desecho rápido.

“Por eso es que unas simples preguntas antes de decidir una compra hacen una enorme diferencia: ¿es realmente necesario lo que estoy a punto de comprar?, ¿el producto fue elaborado de manera sustentable?, ¿contaminará al ser desechado?, ¿dónde fue fabricado y bajo qué circunstancias?, ¿existe un producto similar pero con menos empaques? La idea es que cada persona realice, como primer paso, un consumo razonable”, dice Matías Asun, director nacional de Greenpeace en Chile.

La siguiente palabra clave es reutilizar, acción especialmente difícil en un mundo básicamente desechable, donde la presión no es por reutilizar o reparar lo que tenemos, sino que adquirir productos nuevos o mejorados.

Así, Greenpeace alienta que al comprar se prefiera artículos durables. Y repararlos cuando sea necesario. De esta manera los bienes durarán mucho tiempo y podrán pasar de generación en generación.

¿Y si es que algo ya no es usable para su propósito original? Bueno, hay que intentar ser creativo y pensar de qué otra forma emplearlo.  Por último, si ya no lo necesitas, piensa si alguien más sí puede utilizarlo.

La última R es de reciclar. A pesar de que el reciclaje no es perfecto -ya que requiere de energía y los procesos para cambiar algo en otra cosa a menudo producen subproductos no deseados y a veces tóxicos- siempre será una mejor alternativa a lanzarlos a la basura o quemarlos.

Es importante saber que muchos elementos pueden ser reciclados: papel, cartón, vidrio, metales, aluminio, madera y algunos plásticos.

Por cierto, reciclar implica un esfuerzo extra. Lo más importante es clasificar de manera adecuada los desechos y ponerlos en basureros diferenciados.

Y no olvidar que la basura orgánica (como cáscaras de frutas o restos de comida) también debe ser vista como opción para hacer compost o abono.

Chile esquivo con el reciclaje

Pese a que en Chile existe una Ley de Fomento del Reciclaje (se estima que hay unos 2.000 centros de acopio de reciclaje), la realidad está lejos de ser alentadora. Así, por ejemplo, hay que tener en cuenta de que cada chileno produce 1.1 kilos de basura domiciliaria diaria, lo que equivale a cerca de 7.4 millones de toneladas al año.

Sin embargo, pese a estas enormes cifras de residuos y la urgente necesidad de reutilización, el 80% de los chilenos no recicla su basura de manera habitual.

¿Y por qué no lo hacen? La mayoría esgrime como principal razón falta de costumbre, pero el motivo que le sigue de cerca es que no hay lugares donde realizar el reciclaje.

En este sentido, resulta fundamental la expansión de los puntos municipales de reciclaje, que es donde cerca del 45% de la ciudadanía realiza de manera preferente el reciclaje. En comparación, apenas un 18% lo hace en sus hogares, que debieran ser el espacio natural y prioritario en donde comenzar con la tarea de efectiva división de la basura.

En general, los chilenos creen que el reciclaje es la tercera acción más efectiva para el cuidado y protección del medioambiente, después de no botar basura y cuidar la naturaleza.

Un dato relevante es que, el grupo de edad para el cual es más relevante el reciclaje va de los 18 a los 30 años, por lo que existe un potencial importante en las generaciones jóvenes para acentuar e inculcar desde temprana edad una cultura y costumbre favorable hacia el reciclaje.

Algunas cifras relevantes:

 -En Chile cada año se acumulan entre 23.000 y 32.000 toneladas de baterías en desuso.

-Cada chileno genera 1.1 kilos de basura al día.

-Todos los días cada chileno usa y bota 1.5 bolsas plásticas.

-Por año, cada chileno genera casi 10 kilos de basura electrónica, el doble del promedio mundial.

-Solo en la Región Metropolitana cada año se generan 4.500.000 toneladas de basura, de las cuales el 85% proviene de los hogares de la capital.

¿Cuánto tarda en degradarse…?

-Una manzana: 6 meses.

-Papel: un año.

-Chicle: 5 años.

-Lata de bebida: 10 años.

-Pañales desechables: 500 años.

-Pilas: 500 a 1.000 años.

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