En 2015, la Organización de las Naciones Unidas definió 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como “un llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad”. Los ODS están altamente interrelacionados, por lo que con frecuencia la clave del éxito de un objetivo impacta en los resultados de otros.
Es así como la gestión sustentable de los bosques, que se destaca en el ODS 15 “Vida de ecosistemas terrestres”, es también una acción clave para el logro de la mayoría de los objetivos. En particular, el manejo adecuado de los recursos forestales ayuda a eliminar la pobreza (ODS 1), ya que muchas de las personas más pobres del mundo viven en los bosques y sus alrededores; los alimentos silvestres aportan a la seguridad alimentaria (ODS 2); los bosques contribuyen a la salud y el bienestar de las personas pues proporcionan medicamentos y recreación (ODS 3), y tienen un rol esencial en el ciclo del agua y su calidad (ODS 6); además, la biomasa ofrece un gran potencial como energía asequible y limpia (ODS 7).
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La medida más efectiva para que no queden abandonados los terrenos forestales incendiados de los pequeños y medianos propietarios, es iniciar un programa de fomento que permita recuperar productivamente aquellas plantaciones
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Los bosques también generan empleo en áreas rurales y son la base de pequeñas empresas (ODS 8), aportando ingresos que se invierten para mejorar los medios de subsistencia, incluida la educación de los niños (ODS 4); proveen la madera que es un material de construcción renovable clave para ciudades y edificios más sostenibles (ODS 11); y se sabe que el manejo de los bosques es fundamental para mitigar los efectos negativos del cambio climático (ODS 13). A todo lo anterior se suma que la certificación forestal, como la del sistema CERTFOR (PEFC en Chile), permite a las empresas producir de forma sustentable y a las personas consumir de manera responsable (ODS 12).
A la luz de estos beneficios, se advierte en Chile la necesidad de reforestar lo antes posible las plantaciones forestales que se perdieron con los incendios del verano de 2017, principalmente en la Región del Maule. Esta urgencia radica en que a la fecha ya se están terminando las faenas de recuperación de madera de los bosques quemados y se está haciendo evidente el impacto socioeconómico, en especial en materia de empleo, que conlleva la falta de abastecimiento para las empresas forestales de la zona, que son en un 80% pymes.
La medida más efectiva para que no queden abandonados los terrenos forestales incendiados de los pequeños y medianos propietarios, es iniciar un programa de fomento que permita recuperar productivamente aquellas plantaciones, teniendo presente que está comprobado que la tasa de forestación tiende a cero sin una bonificación, especialmente cuando se trata de pequeños propietarios. Un nuevo esquema de fomento forestal podrá incorporar elementos que den una mayor aceptación socio-ambiental a la nueva generación de plantaciones, tales como el Protocolo de Plantaciones Forestales que aprobó el Consejo de Política Forestal.
Es cierto que el presupuesto fiscal está restringido, pero peor sería resignarnos a perder los beneficios ambientales, sociales y económicos que implica no utilizar adecuadamente los terrenos forestales disponibles, porque sus propietarios no disponen del financiamiento requerido: la erosión será el efecto más inmediato de dejar estos suelos sin plantar; para las futuras generaciones seria desaprovechar una oportunidad de desarrollo sustentable.
André Laroze, PhD en Recursos Forestales – Secretario Ejecutivo de CERTFOR (PEFC en Chile)
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