20% de mujeres tiene ingresos inferiores a 288 mil pesos en la Región del Biobío

De acuerdo al informe, un 14% de los hombres recibe ingresos menores a 288 mil pesos. En tanto, un 23% gana sobre 1.152.001 pesos, porcentaje que, en el caso de las mujeres, llega al 13%.

Esas brechas se repiten en el acceso a formación, pues mientras un 37% de los hombres tiene educación universitaria completa, solo un 28% de las mujeres logró terminar su formación superior.

De acuerdo a la encuesta de Caracterización de Género, Nivel de Ingresos y Educación en la Región del Biobío, realizada por la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián, un 20% de las mujeres tiene un ingreso menor a 288 mil pesos y un 26% recibe un salario entre esa cifra y 576 mil pesos, dando cuenta de una notoria diferencia respecto de los ingresos de la población masculina.

“El ingreso del 46% de las mujeres  de la muestra que tomamos, fluctúa entre 0 a 2 veces el sueldo mínimo vigente hasta agosto de 2018, mientras que el nivel de ingreso del 43% de los hombres, fluctúa entre 4 a 5 veces ese sueldo mínimo”, dice Daniela Catalán Ramírez, académica de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián.

El estudio cuantitativo consideró una encuesta vía telefónica aplicada a 439 personas mayores de 18 años residentes en Concepción, Los Ángeles y otras comunas, con un margen de error del 5%.

La académica Daniela Catalán, una de las autoras del estudio, comenta que las diferencias son marcadas entre ambos géneros, concentrándose los ingresos más altos en la población masculina. “De este modo, un 20% de los hombres tiene un ingreso que fluctúa entre los 864.001 y 1.152.001 pesos, mientras que en este rango solo hay un 12% de mujeres. La brecha es mayor en los ingresos más altos, pues un 23% de los hombres gana sobre 1.152.001 pesos, mientas que solo un 13% de las mujeres supera ese monto”.

La docente de la USS dice que entre las razones económicas que explican tal diferencia se cuentan las brechas de años de escolaridad existentes entre hombres y mujeres, como también las diferencias en cuanto a la ocupación desempeñada por cada uno. “Dado el alto costo de oportunidad de dejar a los hijos al cuidado de otras personas, es posible que las mujeres accedamos  a jornadas laborales más cortas y a trabajos no formales, en que la remuneración en muchos casos suele ser menor”. En el país tenemos aún brechas salariales de género en desmedro de las mujeres que, muchas veces, obtienen menos ingresos aun cuando realicen las mismas funciones.

Alina Muñoz Rojas, socióloga y también académica de la USS, plantea que “el hecho de que la brecha salarial de género exista, obedece a desigualdades de género más amplias en términos culturales y sociales. No es casual que en aquellos sectores de la economía en que las mujeres predominan, se ofrezcan salarios más bajos que en aquellos en los que predominan los hombres”.

Diferencias educacionales

Las brechas entre hombres y mujeres se evidencian no solo en los ingresos, sino también en el acceso a la formación académica.  De acuerdo a la encuesta, un 37% de los hombres de la muestra tiene educación universitaria completa, mientras que sólo el 28% de las mujeres alcanzó a terminar su formación superior. En cuanto a posgrados, un 6% de los hombres y un 4% de las mujeres han cursado un programa de este tipo.

En el caso de las mujeres con mayores niveles educacionales, la socióloga Alina Muñoz dice que “por ejemplo, en aquellas con estudios de postgrado, el “techo de cristal”, como se le ha denominado, impide que alcancen los puestos de mayor retribución salarial y social, siendo infravaloradas en sus capacidades y su desempeño por la sola razón de ser mujer”.

La académica explica que el llamado “techo de cristal” se cimienta sobre rasgos que son difíciles de detectar. “Esta barrera invisible aparece cuando las mujeres se acercan a la parte superior de la jerarquía corporativa y social, y se les bloquea la posibilidad de avanzar en su carrera profesional hacia cargos de nivel gerencial y ejecutivo, fundamentando la escasa capacidad para visualizar a una mujer en un alto cargo sobre estereotipos, sesgos, prejuicios y aprendizajes culturales”, concluye.

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