Humedales en peligro

Reservorios, riqueza natural, pulmones de los territorios. Defínase como sea, lo cierto es que los humedales, especialmente los urbanos, requieren un abordaje integral para garantizar su subsistencia. Desgraciadamente y pese a algunos esfuerzos parciales, ese enfoque aún está lejos.

A nivel nacional tenemos 1 millón 460 mil 400 hectáreas de humedales. Tan sólo en la Región de los Ríos y la ciudad de Valdivia hay 129 mil 300 hectáreas de ellos.

En 2016 presenté un proyecto, aprobado por la Cámara de Diputados. Proponía atacar la falta de vigilancia y tuición sobre los humedales dentro de las ciudades creando la figura de la “zona de interés o de conservación natural” e incorporarla a los planos reguladores comunales.

Se le daba en definitiva un rango especial de preocupación y protección incluyéndolos derechamente en una norma superior como la Ley General de Urbanismo y Construcción, dado lo inoficioso que han resultado hasta ahora las ordenanzas, que suelen encontrar problemas, limitaciones y falta de atribuciones prácticas frente a otros cuerpos legales, otros servicios y ante los propios hechos.

El proyecto de mi autoría, pese a ser aprobado ese año por amplio margen, contenía materias que son de exclusiva iniciativa presidencial, por lo que debía ser patrocinado por el Ejecutivo para seguir avanzando, cosa que no sucedió en el gobierno anterior. Dentro de los próximos días lo repondré en la Cámara Baja para someterlo al debate con la esperanza de contar con una administración del país mejor sintonizada con los problemas ambientales.

Entre tanto, hace pocos días y en un sentido muy coherente con el que describí, se discutió otro proyecto que modifica diversos cuerpos legales para introducir a la legislación nacional el concepto de humedales urbanos. Pero por las herramientas que pone sobre la mesa, siento que si bien es un nuevo paso en el camino correcto, sigue muy lejos de lo que se necesita.

Avanzar es urgente. Se ha perdido una tercera parte de todos nuestros humedales a nivel mundial en sólo 45 años, y actualmente están despareciendo tres veces más rápido que los bosques. Para peor, su pérdida y degradación está contribuyendo a negativamente otro fenómeno, tal como dio cuenta hace poco el Acuerdo de París: el cambio climático y el calentamiento global.

Bernardo Berger Fett

Diputado

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