Acuerdo Constitucional: ¿Y ahora qué sigue? Por Por diputado Bernardo Berger Fett

Por Bernardo Berger Fett, diputado de la República

Los últimos sucesos han sido claves. El gran acuerdo legislativo para cambiar la Constitución alcanzado el viernes no fue fácil. Obligó a sacrificios, requirió generosidad, abandonar dogmas y poner adelante el interés de Chile y el bienestar de los chilenos.

Significó concordancia y entendimiento entre casi todos los sectores del espectro partidario, para buscar un camino común que asegure en todo el proceso una activa participación ciudadana, y que a contar de abril se materializará en el primer plebiscito constituyente.

En política son importantes las señales. En esa línea, el Acuerdo Constitucional es una señal poderosa que habla que, a la voluntad del Ejecutivo de introducir los cambios evidenciados en la Nueva Agenda Social, también se suma el ánimo y la apertura de casi todo el mundo político.

Y más relevante todavía, es que ese ánimo se circunscribe al marco de nuestra institucionalidad, sin necesidad de romper ni con la democracia ni con el estado de derecho, que tanto peligro corrieron las semanas pasadas.

Podemos discutir si cambiar la Constitución es o no la mayor prioridad, teniendo a la vista que es la declaración de principios sobre el tipo de país que queremos y el sistema de gobernabilidad que nos damos pero que, claramente, no resuelve las demás urgencias sociales evidenciadas en las movilizaciones y, más profundamente, en cuatro décadas de inacción de los sucesivos gobiernos.

En lo personal, temas como las pensiones, el empleo, los sueldos, la flexibilidad horaria, son igualmente apremiantes que una salud garantizada, eficiente y expedita, o una educación verdaderamente de calidad. Y tal como hoy hemos puesto acelerador a revisar, y eventualmente, cambiar la Constitución, estos otros son temas que también requieren velocidad.

Mención especial a las palabras del Presidente Piñera el domingo: El respaldo al Acuerdo Constitucional; la garantía de perseguir justicia para los afectados, civiles o uniformados, victimas o victimarios; el reconocimiento a quienes mantuvieron de pie a Chile funcionando, pero también solidaridad con quienes lo perdieron todo en la destrucción. Y finalmente, el compromiso de cumplir con la Agenda Social partiendo por las pensiones.

Las palabras del Ejecutivo marcan un antes y un después del Estallido Social. Son señales poderosas: Fin a la violencia, bienvenida la paz. Ahora pongámonos a trabajar en las tareas titánicas que nos esperan, con compromiso y unidad.

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