Ejercicio físico y cerebro: mejorando nuestra salud mental

Por Orlando Villouta Gutiérrez, Kinesiólogo Neurocientífico, académico Universidad Santo Tomás Concepción.

Vacaciones, días soleados y mayor tiempo libre es la combinación perfecta para hacer algo más de ejercicio físico. Y a pesar de que la mayoría de las personas conocen los beneficios físicos, metabólicos y cardiovasculares que conlleva la actividad física, muy pocas veces se habla de los beneficios que tiene el ejercicio físico en la salud mental.

Este tema ha tomado tal relevancia los últimos años que incluso se le ha postulado como intervención de primera línea en el manejo de la depresión, pero entonces ¿cómo actúa el ejercicio físico en nuestra salud mental?

Diferentes líneas de investigación en neurociencia clínica establecen que la actividad física, principalmente la de tipo aeróbico, actúa como una estrategia de neuroprotección beneficiosa y de bajo costo.

Este tipo de ejercicio, el cual nosotros hacemos al andar en bicicleta, nadar o salir a trotar, genera una optimización estructural y funcional del sistema nervioso gracias a una mejora en el balance de neurotransmisores tales como la serotonina, glutamato y GABA, esenciales para un buen funcionamiento cognitivo-conductual.

Paralelamente, existe un incremento en los niveles de factores neurotróficos como el Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF en sus siglas en inglés), proteína encargada de inducir la formación de nuevas y mejores conexiones sinápticas, optimizando la red neural y mejorando dimensiones neurocognitivas como la memoria, atención y procesamiento de la información.

Es bien sabido que la actividad física también genera liberación de opioides endógenos -endorfinas y dinorfinas- que son péptidos encargados de generar una mayor sensación de bienestar físico y psicológico, además de inhibir el dolor.

Por otro lado, el ejercicio físico mejora la actividad del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo cual tributa a disminuir los niveles de cortisol u hormona del estrés, y mejora los ciclos de vigilia-sueño.

Todos estos beneficios conllevan a un mejor funcionamiento cognitivo-emocional y, por ende, a una mejor calidad de vida, además de provocar cambios positivos en la imagen corporal, autoestima y sentido de pertenencia a un grupo y socialización, lo cual genera una mejora sustancial del ánimo del usuario.

Actualmente se sabe que el ejercicio físico prescrito por un kinesiólogo con formación en salud mental es una opción viable para apoyar el trabajo preventivo y terapéutico realizado por el equipo psicosocial en patologías como depresión, trastornos ansiosos, trastorno bipolar y esquizofrenia, entre otros; sin embargo, las intervenciones psicoterapéuticas y farmacológicas dirigidas por especialistas capacitados siguen siendo las estrategias de abordaje de primera línea ante una patología psiquiátrica.

Es importante que, como sociedad, valoremos los beneficios del ejercicio físico a nivel cerebral, con el fin de diseñar políticas públicas que potencien el abordaje interdisciplinario en patologías psiquiátricas a nivel educacional, laboral, social y de salud, debiendo ser este un eje de acción primordial para mejorar la salud mental de nuestro país.

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