Branko Milanovic: “La distribución del ingreso chileno es extremadamente desigual, pero aún más lo es su distribución de la riqueza”.

Así lo señaló el economista serbio-estadounidense,  exjefe del departamento de investigación del Banco Mundial, experto en economía internacional, analizando la crisis social que vive Chile.

“Si bien Chile lidera a América Latina en el PIB per cápita, también lidera los términos de desigualdad. En 2015, su nivel de desigualdad de ingresos fue más alto que en cualquier otro país latinoamericano, excepto en Colombia y Honduras. Superó incluso la desigualdad proverbialmente alta de Brasil”.

“El 5% inferior de la población chilena tiene un nivel de ingresos que es casi igual al del 5% inferior en Mongolia. El 2% superior disfruta del nivel de ingresos equivalente al del 2% superior en Alemania”.

“La distribución del ingreso chileno es extremadamente desigual. Pero aún más es lo es su distribución de la riqueza”, sostiene. Chile es un caso atípico incluso en comparación con el resto de América Latina. “Según los datos de Forbes de 2014 sobre multimillonarios mundiales, la riqueza combinada de multimillonarios chilenos (había doce) era igual al 25% del PIB chileno. Los siguientes países latinoamericanos con las mayores concentraciones de riqueza son México y Perú, donde la proporción de riqueza de los multimillonarios es aproximadamente la mitad (13 por ciento del PIB) de los de Chile.

Aún más: Chile es el país donde la participación de los multimillonarios, en términos de PIB, es la más alta del mundo (si excluimos países como Líbano y Chipre, donde muchos multimillonarios extranjeros simplemente “estacionan” su riqueza por razones impositivas). La riqueza de los multimillonarios de Chile, en comparación con el PIB de su país, supera incluso a la de los rusos”.

“Esa extraordinaria desigualdad de riqueza e ingresos, combinada con la comercialización completa de muchos servicios sociales (agua, electricidad, etc.) y las pensiones que dependen de los caprichos del mercado de valores han estado “ocultas” por mucho tiempo a los observadores extranjeros por el éxito de Chile en aumentar su PIB per cápita”.

El analista precisa que “la caída en desgracia de Chile”, como país que integra la OCDE, “hijo del neoliberalismo y la transición a la democracia”, es sintomática de las tendencias mundiales, “que revelan los daños causados por las políticas neoliberales en los últimos treinta años, desde las privatizaciones en Europa del Este y Rusia hasta la crisis financiera mundial y la austeridad relacionada con el euro”.

Crecimiento económico versus ingresos

Chile tuvo un récord de crecimiento que en la década de 1960-70 lo situaba “en el medio de la liga latinoamericana por PIB per cápita”, y ahora, “es el país latinoamericano más rico”. “El éxito en el crecimiento”, agrega, se vio favorecido por los altos precios de su principal producto de exportación: el cobre”, en este contexto, fue “recompensado” mediante su ingreso a la OCDE, “el club de las naciones ricas”.

Pese a ello, indica, “las recientes protestas muestran que esto último no es suficiente”. “El crecimiento es indispensable para el éxito económico, cese y reducción de la pobreza, pero si no hay justicia social y un mínimo de cohesión social, los efectos del crecimiento se disolverán en dolor, manifestaciones y, sí, en los disparos a las personas”, sostiene.

El fracaso del modelo, afirma, radica en sus políticas sociales, “consideradas por muchos como exitosas también”. “En los años ochenta y noventa, el Banco Mundial elogió las políticas chilenas del mercado laboral “flexibles” que consistían en desarticular los sindicatos e imponer un modelo de negociaciones a nivel de rama entre empleadores y trabajadores en lugar de permitir que una organización sindical general negociara para todos los trabajadores”.

“El Banco Mundial lo utilizó como un modelo de transparencia y buen Gobierno, algo que los países en transición de Europa del Este deberían haber copiado presumiblemente de Chile”, concluye.

Pensiones

Hoy en día, detalla, “la mayoría de los pensionados chilenos reciben entre $ 200 y $ 300 mil pesos por mes en un país cuyo nivel de precios* es aproximadamente el 80% del del Estados Unidos”.

Respecto a este controversial tópico, indica que el hermano del presidente Piñera,  “descendiente de una de las familias más ricas de Chile”, introdujo como ministro de Trabajo y Seguridad Social, en el Gobierno de Pinochet, “un sistema financiado de pensiones donde los empleados hacen contribuciones obligatorias de sus salarios en una de varias fondos de pensiones, y después de la jubilación reciben pensiones basadas en el rendimiento de la inversión de dichos fondos”.

“Las pensiones de vejez se convirtieron así en parte del capitalismo de la ruleta”, indica el analista, “pero en el proceso, los fondos de pensiones, que a menudo cobran tarifas exorbitantes, permitieron que sus administradores se hicieran ricos”.

José Piñera había tratado de “vender” este modelo a la Rusia de Yeltsin y a los Estados Unidos de George Bush, pero, a pesar del fuerte apoyo (y bastante comprensible) de las comunidades financieras de ambos países, fracasó.

*Según el Proyecto de Comparación Internacional, un proyecto mundial liderado por la ONU y el Banco Mundial para comparar los niveles de precios en todo el mundo.

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